lunes, 2 de junio de 2014

EL AMOR AL PRÓJIMO Y EL AMOR A UNO MISMO

Crédito de foto Adam Foster | Codefor  vía Compfight
EXTRACTO DEL LIBRO "DIOS" de Emilio Carrillo. 

Lo que hará que en esta vida diaria rija el amor al prójimo....

La visión aún mayoritaria en la Humanidad de un Dios exterior ha desfigurado lo que el amor al prójimo significa, implica y conlleva.

Cristo Jesús lo expresó muy bien en el mensaje que recoge el "Evangelio de San Marcos (12, 31). Sus palabras exactas fueron:
"Amaras a tu prójimo com a ti mismo".

Es bastante evidente que en ellas conviven dos componentes: El "amor al prójimo" y el "amor a uno mismo". Y el segundo componente, el amor a uno mismo, se plantea rotundamente como condición
necesaria para ejercer el amor al prójimo. El adverbio de modo "como" denota idea de equivalencia y, por el orden en el que se muestra la frase, supedita claramente el amor al prójimo al amor a uno mismo. Por lo que si el amor a uno mismo es pequeño o no existe, será pequeño o no existirá el amor al prójimo: ¡en la medida en que te ames a ti mismo, amarás al prójimo!.

Siendo tan obvio este mensaje, ¿por qué se malinterpreta y se cercena, poniendo el acento en el amor al prójimo y olvidando la premisa de los que lo antecede: el amor a uno mismo?

Pues porque lo de amarse a uno mismo suena muy egoísta y egocentrista. Pero esto sucede debido a que , bajo la influencia del Dios externo, no nos percatamos de nuestro "verdadero ser" y "naturaleza esencial" y divinal y no reconocemos el Dios que es yo.

Este reconocimiento de nuestra divinidad es el significado profundo de amarse a uno mismo.

Volvemos al "endiosamiento". 

Al hablar del amor a uno mismo y situarlo como condición imprescindible para poder amar al prójimo, Cristo Jesús hace hincapié en la necesidad del "endiosamiento", ya que amarse a uno mismo supone descubrir y percibir que Dios es yo y yo soy Dios cuando ceso de ser "yo".

Esto representa amarse a uno mismo: identificarse con el Padre/Madre y hacerse uno con Él: identificarse con el Dios que es yo,  no con un ego que se empeña en separarse y aislarse de Él.

Y ningún egocentrismo hay en amarse a uno mismo. Todo lo contrario, pues com ya se resaltó se requiere mucha humildad y mucho Amor para cesar de ser "yo" y propiciar que la "Amada" se transforme en el "Amado". Y solo al ocurrir esta transformación, solo ene ese punto del proceso evolutivo en el que toma consciencia de nuestro "verdadero ser" y "naturaleza esencial" el Amor que Somos se libera de todas las capas que lo cubrían.

Lo que comúnmente llamamos amor  - el amor en sus diferentes expresiones-  es maravilloso, pero es una emoción y un sentimiento. El Amor es otra cosa bien distinta, pues es una vibración muy especial: la Vibración Pura y Primigenia (VPP) que abordaremos en el contexto de la Física de la Deidad, la vibración de lo Inmanifestado; la vibración que emana de modo natural de la dimensión subyacente de Dios que impulsa la configuración de la dimensión superficial, de lo Manifestado. Y esta vibración, se encuentra presente y subyacente en toda la creación y por supuesto  en el ser humano.

Al tomar consciencia de nuestro "verdadero ser" y "naturaleza esencial" y divinal, el Amor subyacente en nosotros queda plenamente liberado y su vibración, la Frecuencia de Amor brilla en nuestra vida, haciendo realmente posible el amor al prójimo, que se despliega de manera espontánea, sin trabajo ni esfuerzo  y sin noción alguna de obligación, deber o imposición ética o moral. Hasta el punto de que ya ni siquiera se "ama" pues seguiría entonces actuando un "yo" separado, sino que Somos Amor y Amor es intrínsecamente todo lo que compone y desenvuelve en nuestro "Vivir Viviendo".

En cambio, cuando se vive en estado de consciencial que concibe al Dios como algo exterior a uno mismo, el amor al prójimo es muy a menudo un afición mental y , hasta por extraño o duro que parezca una manifestación del ego.

Por esto, por el influjo de l"insoportable levedad del ego" tanta personas ven el amor al prójimo un avía para ser "buenos" o , incluso "mejores" que los demás. 
O para alcanzar el Cielo; o para merecer el juicio positivo de un Dios ilusamente separado de nostros y colocado mentalmente en las alturas a distancia. 

También por ello son tantas las personas que, tras dedicar mucho tiempo y esfuerzo a amar al prójimo, se hallan insatisfechas y se preguntan: ¿cómo es posible que, después de todo lo que he hecho por los demás, lo que encuentro en mi interior no sean frutos de esa siembra, sino un íntima y honda sensación de vacío y agotamiento?

La razón de todo esto radica en la falta de amor a a uno mismo: no percatarse de nuestro "verdadero ser" y "naturaleza esencial" y divinal, separarse consciencialmente del Dios que es yo y concebir un Dios externo que nos observa desde la lejanía y la fragmentación.  Con el amor a uno mismo, al ser uno con Padre/Madre, El Amor que Somos todo lo inunda y su Frecuencia todo los llena.



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